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TECNOLOGíA

9 de febrero de 2023

Es argentino, consiguió donaciones para crear su marca de relojes en Suiza y factura 800 mil dólares al año

Sergio Di Renzo se recibió de arquitecto en la UBA, pero con el corralito emigró a Europa y rehizo su vida en el viejo continente. Luego de muchos años decidió dejar su trabajo para dedicarse de lleno a su pasión y ahora vende sus productos a todo el mundo.

Sergio Di Renzo nació en Buenos Aires, pero hace más de dos décadas que se radicó en Europa. Fue más precisamente en Suiza donde rehizo su vida y gracias a un sitio web logró alcanzar sus sueños: hoy diseña relojes de colección y los vende a todo el mundo.

“Después de muchos años de estar instalado acá empecé mi emprendimiento y fue un poco de causalidad. Siempre me gustó el diseño y cuando tuve la posibilidad de lanzar mi propuesta a través de una plataforma online lo hice y no paré”.

Comenzar en otro lugar

Di Renzo, que hoy tiene 47 años y más de 20 viviendo en el viejo continente, pasó por varios países antes de definir su futuro. Durante su niñez vivió en distintas ciudades de Centroamérica, pero en su juventud regresó al país.

Estudió ingeniería en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero una situación marcó su vida: el corralito de diciembre de 2001. En aquel año, en plena crisis económica, el gobierno de Fernando de la Rúa había impuesto una restricción para retirar dinero en efectivo de los bancos. Es por ello que muchas personas terminaron perdiendo sus ahorros en una corrida cambiaria que afectó a la Argentina por los siguientes años.

Esta situación generó que muchas personas emigren y Sergio estuvo entre uno de ellos. Se mudó al viejo continente, pero fue la ciudad suiza de Ginebra la que lo enamoró y allí se instaló.

Formó su familia y se dedicó durante largos años a la profesión que había estudiado. Pero un día comenzó a cobrar más fuerza en su cabeza un proyecto que hacía tiempo quería implementar: el diseño de relojes.

Así fue como empezó con prototipos. “Surgió la posibilidad de lanzar emprendimientos a través de Kickstarter, una plataforma online donde la gente ofrece sus ideas y muchas otras pueden ayudarte con aportes”, contó el empresario.

“Así fue como empecé. Lancé una primera campaña a la que le fue bien, después una segunda y a la tercera me fue mucho mejor: hice casi medio millón de dólares de venta de relojes y eso me sirvió como base para mi marca independiente y establecer el negocio”, detalló.

Hoy su actividad está dedicada al “150 por ciento” a la confección y venta de relojes. ”Soy parte del movimiento de marcas que han surgido en los últimos diez años, donde básicamente lo que hacemos es una venta directa a la persona que te va a comprar. Es una comunidad importante, hay mucha clase media participando de esto”, explicó Di Renzo.

También aclaró que hoy el perfil de sus compradores es muy particular. “Es gente a la que le gusta mucho los relojes mecánicos, que tienen su colección de 50 a 200 relojes, es como una pasión”, remarcó. “A ellos les gustan los relojes como un hobby, entonces en marcas pequeñas como la mía, donde no tengo tienda física y me ocupo de todo, se sienten conformes porque saben lo que están comprando”.

Los diseños se van haciendo en base a la opinión de la gente. Hoy la marca fabrica unos mil relojes por año a un costo aproximado de 800 dólares cada uno y Sergio está en cada detalle. Sus ventas se esparcieron por todo el mundo y las principales compras llegan desde Estados Unidos y varios países de Europa.

Las redes sociales y el rol fundamental en el inicio

“Hoy gracias a internet podés tener más contacto directo con las empresas que producen los relojes, antes era bastante más difícil. Entonces, a la hora de fabricar, para mí es mucho más sencillo”, explicó.

En cuanto al tema de financiación, Di Renzo aclara que comenzó con “un capital básicamente inexistente”. Fueron sus ahorros quienes lo ayudaron a lanzar la campaña y todo estalló.

Kickstarter fue la plataforma que lo ayudó a dar el paso inicial. “En cada campaña recibís dinero y vas produciendo los relojes, la gente que invierte tiene un rédito por ello y gracias a esto yo pude comenzar y tener un capital para establecerme de manera independiente”, precisó.

Los diseños de los relojes

Se trata de relojes mecánicos o automáticos, es decir, aquellos que no son a batería, que adentro tienen unos engranajes que permiten que funcionen sin necesidad de un extra. “Es algo que se empezó a revalorizar nuevamente, que siempre existió desde el siglo XVIII, pero después, con la llegada de los relojes a pila, desapareció”, aclara Sergio.

“Son relojes que en el diseño siempre tienen algún detalle especial, que intenta separarse de las marcas más tradicionales. Todo lo que estudié de arquitectura en cuanto a diseño me sirvió muchísimo en relación a cómo encarar una idea”, sumó.

Además, describió a sus productos como “retrofuturistas”. “Tienen algo de nostalgia, pero quiero proyectarlo un poco al futuro. Toda la estética de la marca es un poco vintage, pero siempre tratando de ser contemporáneos”, indicó.

También añadió que “hay detalles que son característicos de la marca y que tratan de mostrar una firma. Son relojes que no son baratos, pero tampoco son caros gracias al modelo de negocio de la venta directa y que para la gente que colecciona es un costo razonable”.

Para Sergio, sus productos tienen un grado importante de artesanía, ya que está en cada paso de la construcción y es quien se ocupa hasta de los envíos.

Con una marca que aún es joven, con apenas 5 años en el mercado, analiza incorporar sus propias máquinas, ya que el trabajo mecánico lo debe tercerizar, pero, insistió, no quiere perder de vista el trabajo personal. “No me gustaría que se haga algo industrial, me gusta la parte artesanal de esto. No lo veo como una marca que se vaya a transformar en algo enorme, sobre todo porque al tipo de clientes que yo tengo le gusta este trato directo y saber que vos estás detrás de todo”, indicó.

En el mismo sentido, aclaró que para él su trabajo “se trata de crear algo especial y no general”. “Quiero generar piezas especiales y que impresionen favorablemente, y no que digan ‘esta marca crea miles y miles y mandas un mail y no te responde’. Para mí el éxito no va por cantidad sino por calidad. Sigo siendo diseñador y lo que me importa es el ejercicio del diseño”, sostuvo.

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