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SOCIEDAD

14 de febrero de 2022

Las historias de cuatro extranjeros que dejaron su país y apostaron al amor en la Argentina

Conocieron a sus parejas en un bar en Indonesia, en la recepción de un hotel en Bariloche, a través de una aplicación para aprender coreano o gracias a una amiga que hizo de cupido para que surja el amor en el caribe colombiano.

Los documentos dicen que nacieron en los Estados Unidos, Perú, Colombia y Corea; pero por amor, hay una parte de ellos que los hace sentir argentinos. Dejaron su vida en sus ciudades natales y llegaron hasta nuestro país donde la cultura y la comida terminó de conquistarlos.

En el Día de los Enamorados, TN reunió a cuatro parejas que pasaron del amor a distancia a una familia “made in argentina”. Mate, asado, vino y dulce de leche son los condimentos indispensables de sus relaciones.

Un país para estudiar y el amor por un argentino

Alejandra y Juan Francisco se conocieron viajando por las playas colombianas. Ella es licenciada en bioquímica y durante unas vacaciones en una isla le presentaron al argentino que trabajaba allí: “El último día lo encontré ahí con un sombrero tocando la guitarra y me pareció que tenía mucha onda”.

Una amiga en común que se llama María los presentó y esa noche se tomaron una cerveza: “Al otro día a la mañana yo me estaba yendo y nos saludamos con un abrazo. En ese instante yo pensé ‘este chico, me encanta’”.

Juan se dedica a la cocina y estaba viviendo en la isla. No tenía celular ni Internet: “A los dos meses, cuando volví a Cartagena, tuve acceso a una computadora y vi la solicitud de amistad en las redes sociales”.

Alejandra le había preguntado desde Bogotá a su amiga por ese chico que le había encantado y del que solo sabía que se llamaba Juan: “Le pedí el contacto y lo agregué. Al tiempo me aceptó y empezamos a hablar”. Fueron dos o tres meses de charlas hasta que los papás de Juan viajaron a visitarlo a Cartagena y ahí se contactaron con el teléfono que le prestaba el padre.

Antes de mudarse a vivir a Cali, concretaron un encuentro en el hostel donde él paraba: “Llegué, me atendió a lo muy argentino, o sea: me cocinó, puso florcitas en la mesa. Yo decía ‘¿ Qué es esto? Esto no se ve en mi tierra’”.

Empezaron a verse cada vez más seguido y de un momento al otro se dieron cuenta de que se elegían: “No era solo la conversación y el coqueteo, sino que superábamos las adversidades del día a día y la distancia para estar juntos”.

Ellos se reconocen diferentes y dentro de esas diferencias saben que se eligen: “Yo estaba viajando como mochilero, un día en una ciudad, otro día en las montañas o la playa y dentro de todo eso decidimos jugárnosla. En algún punto somos polos opuestos con puntos de vista muy diferentes pero de eso se trata, de elegirnos también en esa libertad”.

Alejandra aplicó a una beca para estudiar sobre inmunología en la Argentina: “Le conté cuál era mi plan, y si bien él quería seguir viajando, también extrañaba a su familia y amigos. Decidimos encarar una relación seria y empezar a convivir en Buenos Aires”.

“Es muy interesante tener una relación intercultural. Hay un montón de palabra en el día a día que uno se pregunta ‘qué dijo’. Lo más común son las groserías, el primer choque fue cuando la cuñada le dijo a su suegra que estaba muy rico y ella dijo ‘olvidate’ y para mí era que le estaba diciendo que no estaba rico”.

De Lima a Luján, del pisco sour al asado

Paolo es de Lima, Perú. Hace cinco años conoció a Patricia, su mujer, en Bariloche: “Llegué en junio de 2021 por reunificación familiar a la Argentina y desde hace siete meses vivimos juntos en Luján”.

La primera vez que se vieron fue en Bariloche en 2016. Paolo había viajado por turismo y ella trabaja vendiendo paquetes turísticos: “La primera vez que la vi me llamó la atención”.

Paolo fue hasta la recepción para averiguar por una excursión y allí le informaron que tenía que hablar con ella: “La verdad que me caía muy bien, y parecía que a ella también le caía bien, pero quizás era solo su chamba - por su trabajo-”

Antes de volver a Perú, Paolo le pidió un contacto: “Quería pedir el celular pero pensaba que era muy mandado, entonces le pedí un mail. Ella me dio uno de su empresa en una hoja de papel arrancada”.

Paolo lo puso en el bolsillo del jean y cuando llegó a Lima para lavar la ropa, se cayó el papel, y pensó que podía ser por algo del destino, que le iba a mandar un mensajito por la buena onda. “Al rato me respondió y empezamos un ida y vuelta por mail”.

Él le prometió que si algún día ella visitaba Lima, la iba a invitar a tomar un pisco sour. A los cuatro meses Patricia ya estaba de visita en esa ciudad. “Me picaron dos bichitos: conocer Perú y un poquito más a él”, recuerda la argentina.

Ambos habían tenido pareja y no sabían si esto que les ocurría sería amor: “No somos niños y la verdad que llegas a una edad en la que te planteas si te vas a volver a enamorar. Me pareció todo tan loco, encontrarnos de una manera tan casual y en cuatro meses generar tanta confianza que seguimos adelante”.

En 2019 formalizaron la relación. Paolo la invitó a pasar Navidad con su familia y fue un antes y un después: “Yo iba a viajar el 15 de marzo, pero el 15 de marzo en Perú se declaró la pandemia y se cerraron las fronteras. Pensaba que quizás era el fin de la relación pero contra todo seguimos juntos”

Pese a las restricciones, Patricia viajó a Lima. La idea era que se quedara por febrero, pero cuando se hizo el PCR para volver al país le dio positivo: “Tuvimos que hacer la cuarentena y estuvimos juntos y encerrados cerca de un mes. Creo que fue ahí cuando la relación se consolidó”.

 

Paolo llegó a la Argentina con la idea de que la relación fluyera: “Luján me encanta y decidí quedarme. Ella me dijo que vivía en el campo y un poco me sentí estafado - dice entre risas- yo pensaba que íbamos a vivir entre las vacas pero no fue así”.

Sin abandonar sus costumbres ni los sabores de la gastronomía peruana, Paolo adaptó rápidamente el paladar: “Hacemos asados todos los domingos, pongo la carne y disfruto mucho. Tengo una mezcla de peruano y argentino con el tú y el vos que por momentos hace que se me vaya el peruano, pero es solo por momentos”, aclara divertido.

Se enamoraron mientras él cumplía el servicio militar en Corea y se casaron en Florencio Varela

Julieta conoció a Juyeong en una app para aprender idiomas. Se vieron una vez en Seúl durante la pandemia, se reencontraron en la Argentina y se volvieron famosos en Tik Tok con un millón y medio de seguidores.

“La verdad es que yo fui la que dije primero ‘che, me parece que me gustas’ y él no podía creer lo que le estaba ocurriendo”.

Para Juyeong que había dejado momentáneamente sus estudios en Florida, Estados Unidos para hacer el Servicio Militar obligatorio en Corea, resultaba un buen momento para practicar español: " enía compañeros en la facultad que hablaban el idioma y ahí estaba ella”.

En el medio de esa incipiente relación de amistad, ella viajó a Corea para encontrarse con unas amigas: “Nos vimos dos veces y no pasó nada entre nosotros porque no era el momento. Me acompañó al aeropuerto y yo lloraba porque no quería irme. A partir de ahí y gracias al tiempo que teníamos por la pandemia la relación se afianzó mucho”.

Después de que Juyeong salió del ejército, la comunicación fue aún más intensa entre ellos y el objetivo en común fue estar juntos: “Él estaba preparándose para regresar a los Estados Unidos, pero por el Covid nunca pudo ingresar. Tampoco pudimos concretar nuestros planes de encontrarnos con la posibilidad de que yo viajara a Corea con una visa de trabajo”.

La dinámica era muy difícil de sostener en el tiempo pero ellos estaban decididos a que la relación funcione: “Es algo muy común en relaciones a larga distancia el dormir mal, comer mal. Intentábamos ver películas juntos pero hasta el hecho de darle play a la par fallaba. Le decía ‘Estás lista’, ella contestaba que sí pero a la cuenta de tres uno de los dos no apretaba el botón. Era engorroso pero también divertido”.

Él llegó a la Argentina el 7 de noviembre de 2020: “Le dieron un DNI de residente y yo fui a buscarlo obviamente al aeropuerto. El encuentro fue raro, había varias familias y parejas reencontrándose, y cuando llegó yo ya estaba llorando. Fue muy emocionante. Nos abrazamos y fue como si nos conociéramos de toda la vida. Mi familia lo aceptó superbien, hicimos las dos semanas de cuarentena juntos, afianzamos la relación y levantamos vuelo”.

Se conocieron en Indonesia y fue amor a primera vista: ya son furor en TikTok y sueñan con casarse

Hernán Regiardo es fotógrafo y vivía en Indonesia cuando quedó eclipsado por Samantha Trottier: “Trabajaba en un Restaurante al que ella había ido a comer. La vi y me dije ‘me tengo que casar con esa chica’”, explica Hernán a TN.

Un amigo de él conocía a alguien que estaba sentado en la mesa con ella y fue así como de un momento al otro intercambiaron cuentas de Instagram: “Esa noche había luna llena y yo posteé una foto que Hernán respondió. Seguimos escribiéndonos y al día siguiente, me invitó a desayunar. Ahí, sin perder el tiempo me propuso viajar a Bali por tres días”, cuenta Samantha a este sitio.

Según recuerda la pareja, al principio se miraban a los ojos todo el tiempo: “No podíamos separarnos. Antes de conocer a Hernán no sabía mucho sobre la Argentina y no hablaba nada de español. Teníamos una energía especial. No tenía miedo viajando con él”, recuerda.

Durante la primera semana juntos, tomaron mate y a ella le encantó. Como si fuera una corazonada, Hernán confiesa que ahí fue cuando supo que la relación iba a funcionar: “Lo primero que me cocinó en Indonesia fueron panqueques con dulce de leche. Eso sencillamente fue un flechazo”.

Después de pasar unos meses juntos, Samantha regresó a los Estados Unidos para terminar la universidad: “Ella iba a mudarse a Indonesia conmigo pero el Covid cambió todos los planes. Durante el tiempo que estuvimos separados, hablábamos dos o tres horas por día con una diferencia horaria de 12 horas”.

Hernán se mudó en junio a vivir con ella y desde ese momento no se separaron más: “Estamos juntos las 24 horas, todo el tiempo, trabajando, viviendo, cocinando. Somos mejores amigos, hacemos todo juntos. No queremos pasar tiempo separados”.

Samantha quedó enamorada de Arequito. “Llegamos a la Argentina hace algunas semanas y repartimos el tiempo entre Buenos Aires y Santa Fe. Cuando vamos a la casa de Hernán es super tranquilo y relajado. Estamos siempre en la cocina de su mamá. Amo la comida argentina, comprar cosas para el mate como bizcochitos, masitas o medialunitas”, destaca la joven de 22 años.

Cuando se mudaron a los Estados Unidos, no tenían ingresos y decidieron concretar un sueño que tenía Hernán: “En un solo día armamos el sitio web, las redes y empezamos a llamar a personas para ofrecer nuestro servicio. De tanto insistir algunos nos bloquearon”.

El flechazo entre ellos fue fulminante, pasan todo el tiempo juntos y ya tienen planes para oficializar su amor: “Vamos a hacer dos bodas porque tenemos familia en EEUU y la Argentina. Las estamos organizando, todavía no tenemos fecha pero es nuestro sueño”.

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