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POLITICA

14 de noviembre de 2022

Las diferencias en la gestión y la agenda electoral agravan la tensión entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner

El Presidente anunció que a fin de año otorgará un bono y no una suma fija, como había pedido la Vicepresidenta. Las proyecciones sobre las elecciones 2023 volvieron a alterar la convivencia interna

Hay dos agendas. Dos miradas distintas sobre el futuro inmediato de la gestión y, sobre todo, de la proyección electoral del Gobierno y del Frente de Todos. Alberto Fernández y Cristina Kirchner no coincidieron ni en el mecanismo para tratar de enfrentar el inevitable aumento de los precios.

Desde París, en el medio de su gira, el Presidente anunció que a fin de año el gobierno nacional dará un bono a trabajadores formales que cobren por debajo de una línea salarial que aún no está definida. Fernández confirmó Francia lo que su ministra de Trabajo, Raquel “Kelly” Olmos había adelantado en Buenos Aires el último viernes.

Olmos dijo que les parecía “inadecuado” la implementación de una suma fija, que sería en forma permanente, porque “las paritarias están funcionando bien”. La Casa Rosada no quiere tensar las negociaciones que aún quedan vigentes respecto a las paritarias y entiende que la mejor salida para enfrentar la inflación es otorgar un bono que compense el aumento de precios. Es decir, una suma no remunerativa.

Esa idea es apoyada por un sector importante de la CGT desde hace tiempo. Los “Gordos” y los “independientes” respaldaron al Presidente en esa decisión, mientras que Pablo Moyano (Camioneros) y Hugo Yasky (CTA Autónoma), referentes del sindicalismo K, venían reclamando una suma fija que se incorpore al salario.

Ese pedido había sido refrendado en público por Cristina Kirchner quien consideró que “es necesario una suma fija que vuelva a darle capacidad a los trabajadores” y advirtió que una medida así nunca podría ir “en contra de la negociación paritaria”.

Expresó exactamente lo contrario a lo que cree Alberto Fernández, que desde París aseguró: “Las paritarias funcionan plenamente y han tenido en cuenta toda esa realidad. Interferir con una suma fija a los salarios más bajos también genera muchos problemas en muchos lugares”.

El Presidente consideró que los salarios más bajos están en los municipios y los comercios más chicos, y una suma fija podría generar problemas fiscales en las intendencias. En el caso de los locales comerciales dijo que no tiene dudas de que los dueños de los locales lo resolverían “haciendo que sus empleados salgan de la formalidad para pasarlos a la informalidad”.

Fernández considera que la implementación de una suma fija generaría un desbarajuste en las cuentas del Estado y por eso decidió conservar su postura de no implementarlo. Entiende que el costoso equilibrio que está intentando realizar Sergio Massa con la macroeconomía hay que cuidarlo como oro.

“Lo importante de verdad es meterle plata a la gente en el bolsillo. El cómo no es lo que más importa. Sumado al acuerdo de precios justos que firmó Massa y las paritarias, debería haber una sensación de mejoría en los próximos meses”.

En estas horas se verá si se materializa alguna queja del kirchnerismo por la decisión del Presidente o si lo dejan pasar como una batalla perdida. El tema puede puede volver a hacer explotar la discusión interna entre La Cámpora y la Casa Rosada.

Al igual que como sucedió con la discusión sobre la derogación de las PASO, Alberto Fernández volvió a plantarse con su postura frente a la presión del kirchnerismo para que siga otro camino en la gestión. El Presidente está tratando de fortalecerse y darle más volumen a su rol político luego de un año en el que su figura sufrió un enorme desgaste por la interna peronista.

Fernández dejó atrás dos temas en los que el ala K le había hecho saber que querían transitar otro camino: la suma fija y las PASO. En ambas mantuvo su línea argumental. Y siguió adelante con su agenda internacional, donde se siente más cómodo y valorado que en la que le toca interpretar en su tierra natal.

La división de agendas de gestión y la dirección del proyecto electoral del 2023 dividen cada vez más al Gobierno. La postura del Presidente de sostener las elecciones primarias también tiene que ver con la posibilidad de que la resolución sobre las candidaturas en el peronismo no vuelva a ser a través de la lapicera todopoderosa de Cristina Kirchner.

En sus últimas apariciones públicas el Jefe de Estado ha dejado en claro que su voluntad es ir por la reelección y competir en unas PASO con el que se ponga enfrente. Encontró en esa postura pública una forma de solidificar la endeble estructura de poder sobre la que está sentado, con el objetivo claro de tratar que el barco llegue a puerto, sin múltiples contratiempos, el 10 de diciembre del 2023.

En el kirchnerismo cayó muy mal la idea reeleccionista de Fernández que este fin de semana parafraseó a su compañera de fórmula y dijo: “Haré lo que tenga que hacer para que no vuelvan a gobernar los que pusieron de rodillas a la Argentina frente al mundo”.

Adoptó la misma frase de la Vicepresidenta y buscó centralidad en el escenario político. No solo CFK hará lo que tenga que hacer, sino también él, que es el Presidente, aunque el kirchnerismo duro lo considere un personaje menor en esta historia tan compleja que se generó con el gobierno del Frente de Todos.

Mientras Fernández inicia su segunda etapa en la gira con reuniones bilaterales en Bali, Indonesia, en Argentina Cristina Kirchner escuchará las palabras del fiscal Diego Luciani, a cargo de la investigación en la causa Vialidad, que este lunes contestará los planteos de nulidad de la defensa. Dos realidades bien opuestas.

Un día después, en suelo argentino, se conocerá la inflación, mientras que en Indonesia comenzará el G20. En el Gobierno nadie sabe si la Vicepresidenta expondrá su parecer sobre ambos temas en las redes sociales, como ha hecho en otras oportunidades, o si se guardará todo lo que está pensando para expresar en el multitudinario acto que el kirchnerismo está preparando para el jueves en La Plata.

La división en el oficialismo está cada vez más marcada. Hay cientos de dirigentes intentando colocar parches en la estructura política enorme que construyeron los socios del Frente de Todos. Estructura que está agrietada, desvencijada y débil, pero que aún resiste y sigue siendo el sostén del gobierno que conduce Alberto Fernández, que no es justamente el que Cristina Kirchner desearía.

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