INFORMACIóN GENERAL
13 de mayo de 2021
Carta abierta de una estudiante: “¿Realmente consideran tan poco relevante a la Educación como para descuidarla de esta manera?”
Una alumna del colegio Lenguas Vivas, de CABA, habla de la falta de aprendizaje, la soledad, la brecha entre públicos y privados. “Nunca creí que me desesperaría tanto por ir a la escuela”, afirma.
Con el tema de las escuelas abiertas convertido en campo de batalla político, todo es ruidoso. Sin embargo, hay una realidad silenciosa, literalmente silenciosa. Una imagen, que cuentan los docentes, vale por mil palabras: si en las aulas presenciales hay que insistir para que los chicos hagan silencio, y presten atención, a través de la pantalla pasa todo lo contrario: hay que hacer esfuerzos para que hablen y participen. Incluso, para que enciendan la cámara, que muchos esquivan por timidez, desinterés o aburrimiento. Si les preguntan, dirán que no aprenden nada. O que es difícil. Mientras acumulan horas de pantalla.
Vale casi como metáfora de esas voces que se escuchan menos, las de los chicos. Porque nunca es bueno exponerlos, desde el mundo adulto. Y porque muchos llevan más de un año en lo que el psiquiatra Marcelo Cetkovich, director del Instituto de Tecnología Congnitiva (INECO) llama “hibernación”.
Ni informes de Unicef, ni los sucesivos estudios que, acá y en el mundo, se llevan a cabo sobre los pro y contra de que estén fuera de las aulas, solos, convencerán a quienes militan el cierre. Pero si la adolescencia es el tiempo de la tribu, del crecimiento entre pares (y por eso los especialistas hablan de la virtualidad alargada como un sistema contra natura), parece buena idea escuchar a los protagonistas cuando tienen ganas de hablar, sin que los empuje ninguna bandera.
Mientras, los padres ya no saben cómo despegar a sus hijos del celu, ni qué ofrecerles a cambio. Y observan con nostalgia, que ya ni envidia, cómo van y vienen del colegio los que sí asisten a clase. A la salida, charlando con su mamá, o su papá, excitados, contando lo que les pasó en el día. En la entrada, un poco dormidos, bien peinados y con la mochi lista para un espacio de encuentro y aprendizaje que les impone nuevas reglas y controles permanentes (higiene, distancia y barbijo). Pero que aún así, eligen; volver a la vida, aunque no sea la misma, vale la pena.
// Duras críticas a la campaña del INADi contra las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires
Ella se llama Catherine Lutzky, tiene 16 años y es estudiante del Lenguas Vivas Spangenberg, el precioso colegio que está en Parque Las Heras, en Palermo. Hizo llegar una carta, días atrás, a Padres Organizados, pidiendo difusión. Como sintió que no pasaba nada, unos días después, insistió: “Hola! soy Catherine Lutzky, estudiante secundaria. Hace unos días me comuniqué con ustedes para contarles sobre una carta que escribí acerca de cómo me preocupaba la suspensión de clases. Aquí la adjunto. Espero que puedan compartirla entre sus conocidos, grupos y las redes sociales que tengan para concientizar acerca de esta injusticia que tanto nos afecta a todos. Un saludo!”.
La carta completa, publicada con la autorización de la estudiante
Siento que vivo este pesado momento una y otra vez. Cacerolas. Insultos. Festejos. Felicidad. Tristeza. Alivio. Encierro. Información. Ignorancia. Se trata, una vez más, de una grieta desmesurada, en un país que pide a gritos un plan concreto y transparente. El miércoles 14 de abril de 2021, alrededor de las 9 de la noche, el gobierno nacional anunció, una vez más, el cierre de las escuelas. La clausura de la fuente más crucial del progreso, de la información y de la construcción. La base del iluminismo, del pensamiento individual, de la libertad de expresión.
Luego de un año sin aprender, se alcanza el triste extremo de desatender la formación de los menores nuevamente. Consideran que los niños y adolescentes no somos esenciales, que nos podemos manejar en la virtualidad sin salir perjudicados.
Durante la cuarentena y la semipresencialidad, en los colegios privados como Ecos, la educación virtual fue tomada muy en serio. Mis mejores amigas, que allí asisten, tenían clases por Zoom en su horario regular, trabajos y exámenes a diario. Los alumnos de los colegios públicos no fuimos tan afortunados: en lo personal, yo tenía dos zooms por semana. Dos. Sin un plan concreto, se abandonó a la comunidad educativa y se pretendió enseñar el extenso programa escolar anual completo de manera remota. Claramente, con dos videoconferencias por semana, no estuvimos ni cerca de cumplir ese objetivo. Esta desconexión de nuestros pares, y pérdida de conocimiento, en el plazo de un año es imperdonable. La extensa cuarentena fue terrible no solo académica, sino también psicológicamente. Las personas somos entes sociales, y es crucial que los niños y adolescentes entablemos relaciones y contemos con un ambiente de contención.
Ahora a los datos oficiales: según las últimas actualizaciones de la página de datos del Gobierno, sólo el 0.12% de los estudiantes matriculados se contagiaron de COVID. ¿De verdad les parece esto motivo para cerrar las instituciones luego de un año sin asistir? ¿Realmente consideran tan poco relevante a la educación como para descuidarla de esta manera? Es simplemente inaceptable.
Me preocupan mucho mi educación y mi aprendizaje, y me entristece que para cierta gente tengan tan poca importancia. Es angustiante sólo pensar en atravesar otro año distanciada de la escolaridad y de mis amigos. Nunca creí que me alegraría y desesperaría tanto por ir a la escuela pero, luego del año pasado, pude valorar su importancia y darme cuenta de lo necesaria que es su apertura total.
Escribo este comunicado para intentar concientizar acerca de cómo nos afecta esta situación a los estudiantes que militamos la apertura de las escuelas, ya que posiciones como esta tienen muy poca o nula cobertura mediática. Es muy importante que quienes queremos a los chicos en las aulas nos manifestemos y hagamos oír. Los alumnos somos el futuro del país, y la educación es la base de la igualdad de oportunidades. Ya lo decía Domingo Faustino Sarmiento: “Hombre, pueblo, Nación, Estado, todo: todo está en los humildes bancos de la escuela”.
Debemos hacer frente a este momento tan difícil que, ya sea a largo o a corto plazo, nos impactará a todos. Militemos las escuelas abiertas y el derecho a la educación y a la libertad.
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