INTERNACIONALES
28 de julio de 2021
A 200 años de su independencia, Perú define su futuro entre un pasado heroico y un presente contradictorio
La famosa Machu Picchu, la ciudad y la universidad más antigua de América y una gastronomía considerada entre las más reputadas del mundo, son solo algunos de los estandartes de una nación polarizada
Aunque este 28 de julio celebra 200 años de vida republicana, Perú es un país con una cultura milenaria y una historia plagada de grandes hitos así como de inmensas contradicciones que aún debe resolver para avanzar hacia el desarrollo pleno y la igualdad entre sus habitantes.
La famosa Machu Picchu, la ciudad y la universidad más antigua de América (Caral y San Marcos) y una gastronomía considerada entre las más reputadas del mundo, son solo algunos de los estandartes de una nación que se debate entre el orgullo por su pasado y un presente que, como señaló la reconocida historiadora Carmen McEvoy, aún debe buscar “la república inclusiva” que quiere para su tricentenario.
En esa línea, para el sociólogo Sandro Venturo “Perú es un gran archipiélago”, mientras que la politóloga Gelin Espinoza consideró que se debe pasar del orgullo “estético” por el pasado a propuestas que terminen con la exclusión, el clasismo y el racismo vigentes, tal como demostraron las polarizadas elecciones presidenciales de este año.
UN GRAN ARCHIPIÉLAGO
El historiador Jorge Basadre (1903-1980) consideró que su país era “un problema y una posibilidad” y que seguía “siendo una serie de compartimentos estancos, de estratos superpuestos o coincidentes, con solución de continuidad”.
Varias décadas después, tanto los investigadores como los analistas remarcan en la necesidad de un gran un consenso para avanzar hacia una solución de sus problemas y diferencias.
“Creo que el Perú, si me dijeran una metáfora, es un gran archipiélago. Está conformado por varias islas y no todas están conectadas entre sí o no están bien conectadas entre sí; y eso, de alguna manera, sigue siendo una promesa no cumplida de una república que se hizo como se hizo: a las patadas y a última hora”, comentó Venturo a Efe.
Si bien la independencia de Perú fue promulgada en Lima por el general argentino José de San Martín el 28 de julio de 1821, este proceso solo se consolidó el 9 de diciembre de 1824, en la batalla de Ayacucho y bajo el liderazgo del venezolano Simón Bolívar.
A puertas del bicentenario de la proclamación, Espinoza dijo que en su país se sigue “rescatando la imagen del indio, del campesino, pero ahora solo a nivel simbólico, a nivel de la imagen y lo milenario que es descender de los incas”.
”No vamos más allá, y eso es una gran contradicción, porque nos parece interesante y digna de admirar esta raíz, sin embargo en el día a día seguimos teniendo actitudes muy racistas, bastantes clasistas y de exclusión al indígena, al campesino”, comentó a Efe.
En ese análisis tampoco se puede dejar de lado la “contradicción económica” de un país que se ha desarrollado en términos macroeconómicos, pero sigue teniendo “grandes niveles de pobreza, carencia de servicios básicos, limitado acceso a la vivienda”.
”Creo que ahí se abren grandes puertas que espero que ahora, en el bicentenario, podamos discutir de manera más directa, porque los problemas están ahí, simplemente no los queremos discutir porque no conviene ponerlos en la agenda pública”, acotó la politóloga.
FORTALEZA Y DEBILIDAD
En medio de la compleja realidad de un país tan diverso, que en su conformación más elemental se divide en costa, sierra y selva, Venturo sostuvo que esa “es una fortaleza, porque te da más posibilidades en todos los sentidos: cultural, histórica, biológica, geográfica”, pero también implica una “debilidad, porque cuesta más caro conectar todo eso”.
”Este es un país diverso que nos obliga a tener un doble o triple esfuerzo. Ojalá que este próximo período sea la oportunidad de avanzar hacia esa promesa de unidad nacional, de respeto a las diferencias, que hoy día no aprovechamos al máximo”, comentó.
En el devenir político y social peruano, Espinoza consideró dos hitos que no se pierden en el fondo del tiempo sino que proceden del siglo XX: la reforma agraria de Juan Velasco Alvarado (1963-1968) y la constitucional de Alberto Fujimori (1990-2000).
Aunque reconoció que “hay muchas críticas que se le puede hacer a la reforma agraria” de Velasco, dijo que al acabar con la relación entre el gamonal (cacique local) y el siervo del campo, le da poder “a personas que antes de esto estaban totalmente excluidas de la vida política en sus zonas y en el país”.
De ese Gobierno militar y nacionalista procede, precisamente, una campaña de “revalorización bastante fuerte de la cultura indígena” aunque no por eso las élites dejaron de mantener el control del Estado y la política nacional.
El Gobierno de Fujimori marcó otro hito al promulgar la Constitución de 1993, vigente hasta la actualidad, y dio paso a “un Estado donde la economía funciona muy bien”, pero genera “muy pocos avances” a nivel social, consideró la politóloga.
EL VALOR SIMBÓLICO DE UN NUEVO GOBIERNO
En ese contexto, los analistas remarcan en el “valor simbólico” que tiene la elección como presidente del maestro rural y sindicalista Pedro Castillo, un campesino del norte del país ajeno a todas las élites nacionales que asumirá la jefatura del Estado precisamente el día del bicentenario.
”En esa medida, si él lograra liderar para enfrentar estas brechas creo que el Perú va a cobrar no doble, sino cinco veces la deuda que tiene consigo mismo”, consideró Venturo.
Para Espinoza “el éxito de un gobierno de Castillo puede implicar un punto de quiebre en la historia del país”, pero no solo debe plantear un cambio económico, sino también social, que permita que todos los peruanos “se reconozcan, se valoren, se respeten”.
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