POLITICA
28 de mayo de 2021
Alberto Fernández beneficia a Hamas, Maduro y China, mientras pide apoyo a la Casa Blanca y Europa para cerrar con el FMI
El Presidente ejecutó una sucesión de movimientos geopolíticos que lo aleja de sus socios estratégicos al momento de refinanciar la deuda externa y conseguir vacunas para enfrentar la segunda ola del COVID-19
Alberto Fernández encadenó tres decisiones geopolíticas que afectará su agenda presidencial en Estados Unidos, Francia, Alemania, Israel, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París. El jefe de Estado benefició al líder populista Nicolas Maduro, a la organización terrorista Hamas y a la estrategia de monopolio tecnológico global diseñada por Xi Jinping para único beneficio de China. Se trata de una sucesión de hechos que contrastan con el discurso equilibrado que exhibió ante los líderes más Importantes de Europa.
El Presidente almorzó con Emmanuel Macron en París, tomó café con Kristalina Georgieva, Mario Draghi y John Kerry en Roma, y dialogó cuarenta minutos vía zoom con Ángela Merkel para demostrar que es confiable y que está muy alejado de la agenda internacional que defiende Cristina Fernández de Kirchner.
Esa construcción de confianza internacional, que Alberto Fernández inició con su almuerzo en Israel con Benjamin Netanyahu y consolidó en sus contactos a la distancia con Joe Biden, empezó a diluirse como consecuencia de sus últimas decisiones geopolíticas.
No se debe aguardar un fuerte comunicado de la Casa Blanca, el Palacio Eliseo, la Cancillería Federal alemana, el Board del FMI y el directorio del Club de París repudiando que Balcarce 50 decidió votar en la ONU a favor de una comisión investigadora de los presuntos crímenes de guerra cometidos por Israel cuando se defendía de la última ofensiva terrorista de Hamas ejecutada desde la Franja de Gaza.
Al contrario, la replica diplomática será silenciosa y con una capacidad de daño vinculada de manera directa a los propios reflejos del jefe de Estado. Si Alberto Fernández entiende con rapidez las posibles consecuencias futuras de sus actuales acciones en política exterior, aún tendrá suficiente espacio para regresar a la agenda que empujó en la gira europea.
En cambio, si el Presidente considera que apoyar a Hamas, Maduro y Xi Jinping ofrece mayores beneficios que costos para la Argentina, la respuesta Biden y sus aliados impactará de lleno en la actual situación económica, financiera, social y sanitaria del país.
Alberto Fernández y Felipe Solá creen que Israel debe enfrentar una comisión investigadora de la ONU por presunta ejecución de crímenes de guerra, y relativizan que el agresor es una organización terrorista que niega el Holocausto y opera con total impunidad desde la Franja de Gaza.
El Presidente y su canciller alegan que Hamas fue elegido por el voto de los palestinos para administrar Gaza, pero no explican que la organización terrorista utiliza su supuesta impronta institucional para avanzar contra Israel y mimetizar todas su acciones fundamentalistas financiadas por Rusia y apoyadas en el terreno por Siria.
Alberto Fernández recorrió Europa dos veces para demostrar que entiende la agenda global y que está en las antípodas de la política exterior que se cocina en el Instituto Patria con las recetas demodé que Cristina Fernández de Kirchner leyó en plena Guerra Fría.
Sin embargo, esa construcción diplomática del Presidente queda en jaque cuando se repasa la lista de los países que acompañaron a la Argentina en contra de Israel. Bahrain, Bangladesh, China, Costa de Marfil, Eritrea, Gabón, Indonesia, Libia, Mauritania, Namibia, Pakistán, Filipinas, Rusia, Senegal, Somalia, y Sudán apoyaron a Hamas, entre otros estados que votaron por la creación de la comisión investigadora de la ONU.
Argentino sólo tuvo como aliados regionales a Bolivia, Cuba, México y Venezuela. Bahamas y Brasil se abstuvieron y Uruguay voto en contra. Esta rápida cuenta demuestra que el Mercosur está paralizado no sólo por las diferencias vinculadas a la política arancelaria.
A la compleja decisión asumida en la ONU contra Israel, Alberto Fernández sumó otra cuota de desconfianza en Estados Unidos y Europa por las declaraciones de Sabino Vaca Narvaja respecto a la tecnología de Quinta Generación o 5G. El embajador argentino en Beijing aseguró en un reportaje que Argentina debía aceptar la tecnología de 5G de China, encendiendo todas las alarmas en la Casa Blanca y la Unión Europea.
Xi Jinping, líder del Partido Comunista chino, planteó una estrategia de control global de las comunicaciones a través del 5G, y uno de sus métodos más eficaces es la presentación de la empresa Huawei en licitaciones públicas convocadas alrededor del mundo.
Hace unos días, Huawei se quedó con una licitación clave de la empresa estatal ARSAT. Desde esa posición, Xi puede ejecutar su estrategia de control de las comunicaciones en la Argentina.
“Argentina debe aceptar la tecnología 5G propuesta por China. En primer lugar, porque China es una potencia global e innovadora. Esto le ha permitido reducir la dependencia tecnológica en particular en algunas industrias definidas como estratégicas como las energías renovables, las tecnologías de la comunicación y la biotecnología, entre otras. (...) El despliegue del 5G posiciona a China al frente del liderazgo tecnológico mundial, a la vez que le confiere un lugar de supremacía dentro del tablero geopolítico mundial”, opinó Vaca Narvaja desde Beijing.
Para cerrar el círculo que lo puede distanciar de Estados Unidos y Europa, Alberto Fernández renunció a sostener una denuncia contra las sistemáticas violaciones a los derechos humanos en Venezuela. Era una presentación del Grupo de Lima, que en su momento avaló Mauricio Macri, y ahora rechaza el Gobierno por considerarla un simple hecho político ejecutado por instrucciones de la Casa Blanca.
“La denuncia del Grupo de Lima sobre Venezuela fue un gesto político carente de efectos sustanciales en el procedimiento judicial, porque la Corte Penal Internacional ya se encontraba analizando la cuestión dadas las facultades conferidas por el Estatuto de Roma. El reciente retiro de nuestro país de esta presentación tampoco afecta en absoluto el desarrollo de las actividades que la Corte considere llevar a cabo en el marco del examen preliminar ni su plena independencia judicial y de investigación”, aseguró el canciller Solá a Infobae.
-¿Usted cree que complica la negociación con el FMI y el Club de París la decisión de la Argentina de votar a favor de una comisión que investigue los presuntos crímenes de guerra cometidos por Israel contra Hamas?
-No. Lo que afecta, y casi siempre lo veo, es la historia de crisis externas argentinas y la imposibilidad de muchos países de establecer diferencias entre gobiernos que las provocaron. Como un prejuicio general sobre nuestras conductas. Y sin matices. Esa es la tendencia. Alberto Fernández trabaja durísimo para establecer diferencias-, contestó Solá a Infobae.
El 31 de mayo vence el plazo formal para cancelar la deuda de 2.100 millones de dólares con el Club de París. Y entre septiembre y diciembre, Argentina debe pagar cerca de 4.300 millones de dólares al FMI. Mientras tanto, la Cancillería negocia con el Departamento de Estado recibir una donación importante de las vacunas contra el COVID que están almacenadas por millones en Estados Unidos.
Esta compleja agenda global, que Alberto Fernández había empezado a encarrilar, ahora corre peligro. La diplomacia es un arte político que sufre los giros bruscos y los movimientos inesperados. En Olivos, parece, aún no aprendieron esta lección básica en relaciones exteriores.
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